miércoles, octubre 24, 2012

Sola


Definitivamente las noches de lluvia no las duermo, las camino.

Quisiera poder ser todo aquello que anhelo.
Que el amor no tenga fecha de vencimiento ni best before.
Tener cuestiones resueltas de antemano.
No sé; un papel, un trámite...
Que no me taladre el tímpano la alarma que se dispara detrás mío.
Tu sostén ficticio.
Pues creo estar más viva que nunca.
Lo noto al sentirlo todo.
El roce mínimo me crispa los pelos del cuerpo.
Como vivir en carne viva.
Eso es vivir. Para mí, hoy, ahora.
Teclear las primeras 3 letras de mi nombre y que me suene ajeno.
Oh, (mi nombre) can´t wait, she knows it´s too late.
Postergar cosas para la semana entrante.
Sentir que la semana es larguísima y pesada y que recién es miércoles.
La heladera siempre vacía, el fregadero siempre lleno.
Cada utensilio de cocina que me grita estás sola, sola, sola. La cocina hace eco.
La mierda oficialista que soy y que a veces ni yo me tolero.
Debo sostenerme.
Estar sola y estar bien, me sienta bien.
Demasiado bien.
Preparo un prequirúrgico, una bolsa llena de resultados y folletería sobre embarazos y fecundaciones asistidas que me retuercen las tripas. Me abofetean la jeta. Me rotan el eje.
Pero me lo leí todo. Todo.
La cabeza me va a mil.
Quisiera creer en un Dios justo y misericordioso que me tiene en cuenta.
En lugar de un hijo, tengo un quiste.
Que crece más que un hijo.
Yo me pregunto si hay algo que no nos decimos.
En ese espacio ínfimo y cordial que disponen la mirada, los gestos, las palabras.
Yo me pregunto si él sabe de la muerte del amor. Que el amor es miedo, es muerte.
Hoy agradezco esta condenada sangre que quema y derrite glaciares.
La que cultivé a fuerza de empanadas caseras, unidades básicas, chocolates calientes, la razón de su vida.
Mi vida.
La que me tocó en suerte; tan peronista y hermosa.
El cigarrillo que me pide que lo deje.
La Plaza que me pide que vaya.
Tu recuerdo, que lo tengo aquí, tan mío.
El cuerpo cansado de patear mil calles al día.
La juventud desdoblada, un poco por haber resuelto cuestiones de antemano.
Pero es que me siento tan niña.
Pendeja. Inmadura.
Bueno, en verdad, cuando tengo un bache leo.
En verdad, realmente, me diseño los baches, y leo.
Diseño todos mis días.
Trato de no sobreexigirme, de ser buena conmigo.
Me premio, muy bien, una vez que hago algo que DEBÍA hacer.
No abuso de las mayúsculas, ni de la sal, ni de los carbohidratos.
Quiero una casa en Bariloche con vista al cerro.
Un papá que planta plantas que no mueren. Nunca.
Una mamá que me deja el desayuno listo para cuando me levante.
Un techo de madera a dos aguas.
Saber acampar.
Creer en la resurrección de la carne, en la vida perdurable.
Amén.

Qué linda es mi casa en primavera!
Espero que no esté mal no quererlo todo.
Intentar sólo algunas cosas.
Las que no son para siempre.
Un techo de chapa negra, por ejemplo.
Un viaje a otro continente, por ejemplo.
Ser testigo de una unión en matrimonio, por ejemplo.
Unos tacos re altos.
Unas gafas nuevas.
Una tarde en la Plaza.
Un quiste en un ovario.
Una reunión con amigas.
Una memoria para mi PC.
Dos compras por Mercado Libre.
Tres meses de NO noviazgo.
Cuatro patas sin título.
Cinco años sin tomar merca.
Seis vidas las que me quedan.
Siete polaroid por correo.
Ocho GB en un pendrive.
Nueve años para decidir ser madre.
Diez minutos, me pongo a leer.


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